lunes, 3 de octubre de 2016

UN DÍA EN LA RESERVA

La semana pasada mandé una redacción que consistía en imaginar lo que cada uno haría en La Reserva un día cualquiera y contarlo siguiendo un esquema. Para ello les dí un párrafo que servía de introducción y ellos tenían que elaborar otros tres contando lo que hacían por la mañana, por la tarde y por la noche.
He recibido muchas redacciones buenas, muy relacionadas con los quehaceres propios de los indios. Os dejo como ejemplo la de  Amiga Risueña (Ana Lozano Macías)

UN DÍA EN LA RESERVA

Amanecía en la Reserva, el sonido del agua del río, el ajetreo de otros miembros de la tribu y el trino de los pájaros, anunciaba que un nuevo día arrancaba. Un rayo de sol se colaba por la abertura del tipo familiar que hacía de puerta y me obligaba a acurrucarme en mi piel de búfalo para disfrutar de los últimos momentos del plácido descanso (esta es la introducción).
El canto del gallo acabó por despertarme en aquella mañana de otoño. Me levanté con sigilo para no despertar al resto de mi familia. Salí del tipi y fui al río a coger manzanas y agua para el desayuno. Aproveché que todavía no había nevado para ir a por hierbas medicinales.
Ese día comimos un rico asado de búfalo, que habían cazado nuestros guerreros. Después de comer me fui con mi familia a dar un paseo a caballo. Paramos en el río a descansar porque todavía no estaba helado, así que aprovechamos y pescamos truchas para la cena.
De vuelta al poblado había mucho ajetreo. Estaban preparando la fiesta para dar la bienvenida al invierno. Encendimos un gran fuego en el centro y después de darnos un buen festín, bailamos al son de los tambores.

1 comentario:

  1. ¡Qué chula! Ánimo chicos, dejad volar la imaginación. Es muy gratificante ver plasmado en papel un sueño, un sentimiento, una idea, una ilusión, ya sea en prosa o en verso, y que nuestras letras hagan disfrutar a los demás.

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